MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO CATÓLICO EN PERÚ

LA PESCA


Por predicar el Evangelio no tengo gloria, pues estoy por necesidad obligado, es el mandato de Jesucristo; y desventurado de mí si no lo predicare.

Queridos Hermanos del MFC :

En nuestro Movimiento seguimos al Señor y difundimos su Palabra. Si meditamos con sentido espiritual este texto de San Pablo, entenderemos que no tenemos más remedio que trabajar, al servicio de nuestros hermanos. Otra cosa sería egoísmo.

Si miramos nuestra vida con humildad, distinguiremos claramente que el Señor nos ha concedido, además de la gracia de la fe, talentos y cualidades. Hemos de poner esos talentos, esas cualidades, al servicio de todos: utilizar esos dones de Dios como instrumentos para ayudar a descubrir a Cristo.

Se habla o se escribe a veces sobre el mundo, comparándolo con un mar. Y hay verdad en esa comparación. En la vida humana, como en el mar, existen periodos de calma y de tempestad, de tranquilidad y de vientos fuertes. Con frecuencia vemos como las familias están nadando en medio de olas grandes; caminan entre tormentas, en una triste carrera, aun cuando parece que tienen alegría, aun cuando producen mucho ruido: sonrien queriendo encubrir desaliento y disgusto, devorándose unos a otros, como los peces. Es tarea de todo buen cristiano que estas familias encuentren la felicidad, la paz dentro de la red divina.

Si somos cristianos, hemos de convertirnos en esos pescadores, como nos dice Jesucristo: seguidme, y yo los haré pescadores de hombres.

Prometer al Señor, que vamos a PESCAR esa es nuestra gran misión.

El apostolado cristiano no lo hemos inventado nosotros, lamentablemente somos nosotros los hombres, los que obstaculizamos esta hermosa labor: con nuestro egoísmo y falta de fe.

Hermanos emefecistas esta es una invitación y una responsabilidad, que pesa sobre cada uno de nosotros. Dios espera ardientemente que se llene su casa; es Padre, y le gusta vivir con todos sus hijos alrededor y comprendamos que todo es posible, porque El es quien dirige la pesca, las almas son de Dios, nadie en esta tierra puede atribuirse esa propiedad, el apostolado no se basa en el prestigio de unas personas, sino en la gracia divina. porque Dios lo quiere, porque así nos lo ha mandado: id por todo el mundo y predicad el Evangelio

¿Y cómo cumpliremos ese apostolado? Antes que nada, con el ejemplo, viviendo de acuerdo con la Voluntad del Padre, como Jesucristo, con su vida y sus enseñanzas, nos ha revelado. Verdadera fe es aquella que no permite que las acciones contradigan lo que se afirma con las palabras. Examinando nuestra conducta personal, debemos medir la autenticidad de nuestra fe. No somos sinceramente creyentes, si no nos esforzamos por realizar con nuestras acciones lo que confesamos con los labios.

No concluyamos cómodamente: yo para esto no sirvo, para esto ya hay otros; esas tareas me resultan extrañas. - No, para esto, no hay otros - si tú pudieras decir eso, todos podrían decir lo mismo. El ruego de Cristo se dirige a todos y a cada uno de los cristianos. Nadie está dispensado: ni por razones de edad, ni de salud, ni de ocupación. No existen excusas de ningún género. O producimos frutos de apostolado, o nuestra fe será estéril.

Pídamos a María, para que decidamos ser partícipes de esos deseos de siembra y de pesca, que laten en el Corazón de su Hijo y así como los pescadores de Galilea, veremos una barca llena. ¡¡ Porque la pesca es suya !!.




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¡Dejémonos tocar, por la fuerza de Jesucrsito! y..., «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo»
(Juan Pablo II).

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