Isabel
Flores de Oliva, que por su belleza recibió popularmente el nombre de
"Rosa" al que ella añadió "de Santa María", nació en Lima
en 1586. La sociedad de su época, propia de un periodo colonial, esta orientada
en varios aspectos por el ideal de tener más. Hay allí familias pudientes,
otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos, negros y
mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de Rosa es de pequeños
propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una seria educación
humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.
Lima
tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo.
Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la
Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o
"doctrinas".
Santa
Rosa de Lima en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de
religiosa contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar
esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios
desde fuera del convento. A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la
fraternidad universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento
seglar.
Como
dominica seglar da clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos
musicales (guitarra, arpa, cítara), cultiva el huerto de casa u trabaja en
costura. De esta forma aporta al sostenimiento de su familia amenazada con
estrecheces económicas. En aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario
nunca falta.
Participa
en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa construye
una cabaña con el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en
comunión con Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va
retribuyendo y ella se va forjando como mujer de "contemplación en lo
secreto". A esto une una serie de mortificaciones. Explica en sus escritos
que la mortificación es necesaria para ser saciados por el Espíritu de Dios,
para vivir orientados por el Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a
partir de uno mismo. Frente a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa
los errores de los demás, persona las injurias, se empeña en hacer retornar al
buen camino a los pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la
misericordia y la compasión.
Ella
misma querrá salir de Lima como misionera pero diversas circunstancias se lo
impiden. Murió a los treinta y un años en Lima el 24 de agosto de 1617. Su
cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue
canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América
Meridional y Filipinas la veneran como patrona.
Oración
Santa Rosa
de Lima, amada santa de mi alma, tú me has inspirado una confianza segurísima
en que por tu poderosa intercesión me veré librado de los males que me afligen
y salvado del abismo insondable de mis miserias. Conozco cuán indigno soy de
presentarme ante ti, purísima criatura, yo que soy el más miserable y pecador
de los hombres, pero es justamente la constante bondad y misericordia que
tuviste para con los más necesitados la que me mueve a refugiarme en ti y en tu
poderosa intercesión. Sé que no seré defraudado, sea yo siempre tu devoto
predilecto. Amén.
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