Entre los cometidos fundamentales
de la familia cristiana se halla el eclesial, es decir, que ella está puesta al
servicio de la edificación del Reino de Dios en la historia, mediante la participación
en la vida y misión de la Iglesia.
Para comprender mejor los
fundamentos, contenidos y características de tal participación, hay que
examinar a fondo los múltiples y profundos vínculos que unen entre sí a la
Iglesia y a la familia cristiana, y que hacen de esta última como una «Iglesia
en miniatura» (Ecclesia domestica) de modo que sea, a su manera, una imagen
viva y una representación histórica del misterio mismo de la Iglesia.
Es ante todo la Iglesia Madre la
que engendra, educa, edifica la familia cristiana, poniendo en práctica para
con la misma la misión de salvación que ha recibido de su Señor. Con el anuncio
de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la familia cristiana su verdadera
identidad, lo que es y debe ser según el plan del Señor; con la celebración de
los sacramentos, la Iglesia enriquece y corrobora a la familia cristiana con la
gracia de Cristo, en orden a su santificación para la gloria del Padre; con la
renovada proclamación del mandamiento nuevo de la caridad, la Iglesia anima y
guía a la familia cristiana al servicio del amor, para que imite y reviva el
mismo amor de donación y sacrificio que el Señor Jesús nutre hacia toda la
humanidad.
(Tomado de Exhortación Apostólica
FAMILIARIS CONSORTIO de su santidad JUAN
PABLO II al Episcopado, al Clero
y a los fieles de toda la Iglesia.)
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