“… un hombre prudente que construyó su
casa sobre roca. Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se
abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre
roca”. (Mt 7, 24-27)
En esta oportunidad vamos a conversar
sobre cómo debemos vivir los VALORES EN LA FAMILIA y nos preguntaremos
con sinceridad: ¿Cuán a fondo conocemos la realidad de nuestros hijos?
¿Sabemos si su desempeño fuera de casa está de acuerdo con los valores humanos
y cristianos que les hemos enseñado? ¿Son nuestros hijos candil de la calle y oscuridad
en la casa?
El hogar es la primera y fundamental
escuela de crecimiento donde sus miembros descubren y transmiten valores en el
devenir cotidiano. El testimonio de la conducta de los padres es la lección más
valiosa para los hijos.
¿Dónde aprenden los niños a compartir
o a ser egoístas; a ser veraces o a mentir; a ser disciplinados o a dejarse
llevar por caprichos? Es
en el hogar sin lugar a dudas. Llegado el momento, los padres no podrán
recriminar a sus hijos por un mal comportamiento si ellos mismos han actuado
como fariseos: “hagan lo que les digo pero no lo que hago”, pásate la luz roja,
niégate cuando llega un cobrador a casa, da una coima cuando infringes la ley,
no bebas pero te presentas en casa con copas de más. Las palabras
entusiasman pero el ejemplo arrastra. Los hijos esperan de sus padres coherencia
entre lo que dicen y hacen.
En la medida que los hijos crecen y
salen del entorno familiar se enfrentan en los colegios, en las universidades,
en la sociedad, a un medio que les ofrece patrones distintos a los recibidos en
el hogar y, bajo esta influencia, pueden flaquear y hasta dejarse llevar por la
corriente, pero a la larga la buena semilla sembrada en sus corazones dará el
fruto debido. Los valores refuerzan el carácter de la persona y le dan
seguridad en el actuar.
A un niño que fue maltratado y
humillado por sus padres delante de otras personas, ¿Quién podrá
convencerlo más adelante de que él vale como persona y debe hacerse respetar? ¿Cómo
podrá ser honrado si en casa le enseñaron que “ser vivo” era señal de
inteligencia? Y por otro lado, ¿Para qué necesita una persona que
la vigile en el trabajo si en casa aprendió que la integridad es una exigencia
de su dignidad y del respeto a las personas?
A la pregunta de cómo educar en
valores a los hijos, preguntémonos primero qué pasos previos debemos dar,
nosotros los padres, que nos lleven a vivir una vida centrada en los valores.
El valor primordial que debe vivirse en un hogar es el amor, amor entre
esposos, entre padres e hijos y entre hermanos.
No es fácil la tarea de educar a los
hijos. Sus actitudes a veces son desesperantes, irritan, agotan y desesperan. Y
en muchos casos son motivo de enfrentamiento entre los esposos. En la vida
diaria los hijos, bajo la vigilancia de los padres, deberán ir aprendiendo a
discernir entre el bien y el mal, entre lo que es bueno para ellos y lo que no
lo es, aprendiendo también a hacer de
los valores el fundamento de su vida.
PREGUNTAS PARA LA REFLEXION
En la
familia, ¿eres consciente de tu responsabilidad de padre, madre o de hijo?
¿cómo la estás asumiendo?
¿De qué
forma se viven en tu hogar valores como el amor, la solidaridad, la verdad, la
justicia?
¿Cómo
concebimos nosotros una vida centrada en lo valioso y que nos aparta de ella?
¿Cómo veíamos a nuestros padres?
¿Cómo creen que nuestros hijos nos ven a nosotros?
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