Cuando hablamos de Ambiente Personalizado de Aprendizaje (APA) en la educación, nos referimos a todos los mecanismos, herramientas, técnicas, redes sociales, programas, etc. de la cual nos agenciamos para aprender.
Pero ¿qué tiene que ver esto con el matrimonio? Es la pregunta que cada uno de nosotros podríamos estar preguntándonos. Y tienen toda la razón de sentir un cierto desconcierto, permítanme hacer un paralelo del matrimonio con la educación.
Cuando nos referimos a APA, debemos tener en cuenta ciertas características para llevar adelante estos entornos.
En primer lugar todo APA necesita:
1.- Operar en ambientes organizados que permitan crear o configurar una red de aprendizaje mutuo. Esto quiere decir que la comunicación debe ser fluida, que se deben buscar constantes procesos que permitan tomar decisiones en equipo; de manera que se puedan proyectar a futuro en diferentes direcciones, de manera que se puedan afrontar los problemas con distintas visiones.
En el matrimonio es fundamental que las proyecciones las tomen las dos personas, que ahora son una. Su comunicación debe ser fluida y constante, buscando ser veraz en cada aporte realizado, de manera que rompan las estructuras propias de cada cónyuge para conformar una sola estructura de pareja, que busca en todo momento el aprendizaje de otras parejas con mayor experiencia propositiva. Esto lo podemos lograr a través de los diferentes grupos que nos propone la sociedad como por ejemplo el MFC (Movimiento Familiar Cristiano) que goza de una estructura de crecimiento intelectual, humano y de doctrina cristiana católica.
2.- Tener la participación de profesionales fuertemente motivados y que vivan lo que pregonan. Esto quiere decir que cada profesional debe asumir un pleno compromiso y dedicación para logran el éxito en común. Esto nos permite ver que cada profesional es el responsable de gestionar su aprendizaje y desarrollo, puesto que ha dejado de ser un sujeto pasivo, para convertirse en un sujeto pro-activo y propositivo, es decir, un sujeto dinámico.
En el matrimonio sucede exactamente lo mismo. Cada cónyuge debe estar fuertemente motivado con su vocación matrimonial, y debe en cada momento, asumir el compromiso que hizo ante Dios, un compromiso serio y de servicio. Este compromiso exige aprender a gestionar los recursos para lograr una convivencia armoniosa y estable que permita el crecimiento mutuo, siendo responsable de su propio crecimiento espiritual y desarrollo de pareja; de manera que en todo momento se ve desde una sola óptica, la óptica del matrimonio y no de una óptica egocéntrica que solo busca satisfacer el propio ego.
3.- Todo APA se basa en la colaboración y gestión de las conversaciones, de manera que se nutre de las dinámicas que permitan colaborar y aprender de las interacciones que se dieran en todo momento.
El matrimonio exige exactamente lo mismo. La colaboración de ambos cónyuges, puesto que de esto estará garantizada la relación matrimonial. Pero debe ser una relación de mutua y constante comunicación que permita ser sinceros, transparentes y empáticos.
4.- Todo APA, descentraliza y distribuye obligaciones y tareas de manera comunitaria y subsidiariamente. Esto permite que el objetivo propuesto sea responsabilidad de todos y cada uno de los miembros. Para lo cual la comunicación debe ser transparente buscando en todo momento aceptar las características o especialidad de cada miembro.
De igual manera, el matrimonio, si no descentraliza sus obligaciones y tareas, nunca podrá salir adelante. Es importante que los cónyuges aprendan a conocerse y aceptarse. Si se aprende esto, entonces sabrán quien es mejor administrador, quien tiene ciertas cualidades, quien debe tener la palabra en cuanto a ciertas ordenes en la casa, quien se encarga de las labores del hogar, etc. Pero para todo esto los prejuicios deben dejarse de lado
5.- Todo APA debe ser flexible, de manera que la confianza es el principal punto de partida de toda relación.
Asimismo todo matrimonio debe partir de la confianza que se tenga la pareja. De manera que puedan sentarse a conversar, dialogar y trasmitirse lo que sienten sin miedo a que el otro reaccione inapropiadamente. Esto siempre en un marco de respeto mutuo, puesto que la comunicación es abierta, sincera y transparente.
6.- La gobernabilidad debe estar basada en un modelo de liderazgo participativo y distribuido. Esto quiere decir que cada uno de los miembros tiene el deber de gestionar eventos personales que permitan dinamizar el proceso de aprendizaje de todos los demás miembros.
En el matrimonio ocurre exactamente lo mismo. Si cada pareja no gestiona eventos que permitan un crecimiento mutuo en su relación y que logre un crecimiento mutuo y satisfactorio, ya tendrán un problema que analizar, afrontar y solucionar. Si el matrimonio comienza a plantearse un liderazgo mutuo, convincente y fuertemente unido a sus valores, entonces estamos hablando de un matrimonio que busca un hogar seguro y propicio para el crecimiento de los suyos y de ellos mismos como cónyuges.
Finalmente, el futuro de todo matrimonio, se encuentra en la formación y el desarrollo personal de cada cónyuge, y es el noviazgo y luego el hogar, el escenario idóneo, donde el cambio de paradigma personal se vuelve un paradigma mutuo, paradigma de dos seres que se aman y que conlleva al inicio de un conocimiento mutuo que finalmente se cristalizará en la formación de sus hijos.
Adaptado de Características de APA - Web de Crecimiento Profesional.
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