“Una Lección de vida que todos debemos aprender”
Escriben Yolanda y Eduardo Laime-Valencia
Esperamos que el relato que damos a continuación, sirva para rememorar un trozo de la historia del Movimiento Familiar Cristiano desde 1969 hasta comienzos del 2000 y las experiencias que pasaron los integrantes del equipo “Rosa de Santa María”, hoy desaparecido, y de las experiencias que tuvieron que pasar, a pesar de ser el único grupo que se constituyo en Mariano Melgar fuera del ámbito de la ciudad.
Equipo “Rosa de Santa María”
Cuando en 1969, nos visitaron los esposos Adolfo y Gaby Cuadros-Tomasio del equipo de extensión del Movimiento Familiar Cristiano (MFC) en nuestra modesta vivienda en la urbanización Santa Rosa, de Mariano Melgar, nos extrañó que personas tan elegantes del centro de la ciudad, nos propusieran formar un nuevo equipo de su movimiento con matrimonios de nuestro barrio y nos explicaron como era su organización de apostolado familiar y fortalecimiento de la espiritualidad conyugal, aceptamos sin reparos. Desde entonces, se abrió para nosotros un etapa singular en nuestra vida conyugal en donde a las preocupaciones del hogar de tres hijos, al trabajo para lograr el sustento, se sumaba ahora el asumir nuevas responsabilidades con los hermanos del MFC, cumpliendo las tareas que nos encomendaban, asistiendo a las actividades que programaban y acatando las disposiciones de sus estatutos y normas establecidas para su mejor organización.
Establecido nuestro equipo “Rosa de Santa Maria” con ocho parejas, recibíamos la visita periódica de los esposos Cuadros-Tomasio que nos iniciaban en nuestra formación emefecista, siguiendo determinadas pautas. Luego de un año de formación y preparación, recién pasamos a “ingresar” al MFC es decir a una institución que por esos años tenía diez equipos en diferentes lugares de la ciudad, integrados por matrimonios de altos niveles sociales, generalmente de grupos de amigos y relacionados.
Para nosotros, fue el tiempo en que el movimiento alcanzó su mayor importancia. BAUTIZO COMUNITARIO El pertenecer a una institución católica de Arequipa de nivel, llenó de alegría a nuestro grupo porque comenzábamos a participar como equipo plenamente constituido en las actividades programadas por el Equipo Central del MFC y sus diferentes apostolados, como en las noches de encuentro mensuales, participar como apoyo en los cursillos para novios, en retiros de reafirmación espiritual y sobretodo en relacionarnos con hermanos de otro nivel social de los cuales podríamos aprender mucho, por su experiencia de vida y trayectoria profesional. Un momento del bautizo comunitario del equipo “Rosa de Santa María” con todos sus integrantes y el P. Miguel Parmantié. Al costado derecho los esposos Adolfo y y Gaby Cuadros. Asesores del MFC. Nuestro equipo “Rosa de Santa María”, perteneciente a una clase emergente de una “barriada” como era la urbanización Santa Rosa, conformada por trabajadores ¿Qué podría aportar al MFC como grupo?. Nos preguntábamos. Dios nos ofreció la oportunidad, gracias a nuestro asesor, padre Miguel Parmantié que con un grupo de sus hermanos norteamericanos trabajaba en la zona. En su afán de evangelización nos propusieron la realización de un bautizo comunitario, auspiciado por nuestro equipo del movimiento. Aceptada la propuesta, con la guía del P. Parmantié, establecimos que todo el equipo asumiera el padrinazgo del niño Jhon Carazas, hijo de una pareja joven del movimiento, en la misa dominical en la capilla de Santa Rosa, en donde padrinos principales éramos nosotros. La celebración alcanzó ribetes y trascendió dentro del MFC, pues era la primera vez que se realizaba una ceremonia singular. El entusiasmo con el que nuestro equipo, desarrollaba labor familiar, nos llevo a realizar un paseo comunitario campestre a la campiña de Tiabaya, con ayuda de hermanos que contaban con movilidad y colaboración de amigos de nuestro equipo. Fue una tarde inolvidable en la que grandes y chicos, encontrado momentos de solaz y de diversión con los números realizados y sobretodo de unión familiar porque reunió a personas de diversa edad. CATEQUESIS FAMILIAR En razón a la trascendencia de nuestra labor familiar en Santa Rosa, la parroquia nos comprometió a colaborar en la catequesis familiar que realizaba, como preparación a los niños que iban a recibir la sagrada comunión, por primera vez, dando charlas a los padres de familia sobre los temas desarrollados en la catequesis que recibían en la capilla sus hijos semanalmente, para provocar diálogos familiares sobre el sacramento de la Eucaristía y que nosotros debíamos evaluar constantemente Fue un trabajo que duró más de seis meses de preparación y que realmente rindió sus frutos. Dos parejas se encargaron de realizarlo, informando periódicamente al equipo en sus reuniones quincenales. También participamos voluntariamente en las Misiones que por esos años realizaba, yendo a visitar a los hogares de los santarrosinos para conversar sobre la fe cristiana y el comportamiento familiar de sus integrantes. Algunas veces no éramos muy bien recibidos o encontrábamos hogares en donde no estaban sus integrantes por diversas razones y nos citaban para otro día. Debíamos visitar a todo el barrio, casa por casa.
NUESTROS ASESORES
En el tiempo que ingresamos al MFC, todos los equipos tenían sus asesores religiosos, que nos orientaban en comentarios a la Palabra del Señor que realizábamos en nuestras reuniones y además nos ayudaban en fortalecer la espiritualidad conyugal. Junto a ellos programamos algunas actividades del equipo, que se reunía en casas diferentes de hermanos emefecianos. La mayor parte de sacerdotes que colaboraron con el movimiento eran jesuitas que trabajaban muchos años en Arequipa, generalmente muy relacionados con matrimonios de alto nivel social. En el caso nuestro, fue asesor espiritual, fue el P. Miguel Parmantié, jesuita norteamericano, que trabajaba en la zona de Santa Rosa como parte de una misión, junto al hermano Pablo. Ellos guiaron nuestros pasos en la época inicial del equipo y cuando tuvieron que alejarse del país, al haber cumplido con su labor, se hizo cargo de nosotros el Padre Santiago Delgado Butrón, sacerdote diocesano que trabajo con el equipo San Francisco, el más antiguo del movimiento, que perdió a varios de sus integrantes. El p. Santiago, aplicó con nosotros su amplia experiencia de espiritualidad conyugal y de trabajo emefecista. Nos dejó gratos recuerdos, pues su trabajo, al ser designado Párroco de la Iglesia de Yanahuara, no le permitía atendernos. Nos asesoraron después Padres Redentoristas de la parroquia “Buen Pastor” de alto San Martín, urbanización contigua a la nuestra en Mariano Melgar, durante varios años y finalmente vinieron los Padres Mercedarios que también nos dejaron. Desde entonces tuvimos que valernos solos, pues había carencia de sacerdotes. Nos ayudo a subsistir por un tiempo más la amplia experiencia adquirida, durante largos años. ACTIVIDAD CONSTANTE Cuando ya formábamos parte del MFC, tuvimos que realizar amplio trabajo que nos encomendaba el Equipo Central, en donde teníamos que tener una pareja representante, quien a la vez informaba la actividad que veníamos realizando como grupo y recibía los encargos de tareas que nos daban. Recordamos que el Equipo Central era conformado por una directiva integrada por los apostolados. Es así que en varias Noches de Recogimiento, como se llamó a las hoy Noches de Encuentro, donde expusimos diversos temas al pleno del movimiento. Igualmente colaborábamos con los cursillos para novios, que eran primero un día y luego se extendieron a cinco. Todos estos actos se realizaban en los salones de La Compañía y uno en la “Capilla Sixtina” del templo. También asistimos en grupo en los Encuentros Conyugales que se realizaban en la Casa de Ejercicios Manresa o en la Casa de Retiros de Chilina y los paseos y retiro que organizaba el Equipo Central. Hasta aquí algunas experiencias que pasamos con nuestro equipo inicial, pues después del año dos mil pasamos a integrar el nuevo Esperanza y asistir a la renovación del MFC de Arequipa. Esa es otra historia, que no nos toca relatar.
Yolanda y Eduardo Laime-Valencia
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