MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO CATÓLICO EN PERÚ

EL DIÁLOGO: UN DESAFIO PARA COMPRENSIÓN FAMILIAR Y SOCIAL.


Ponderando el significado y trascendencia de la familia, debemos de concordar   que está constituido por relaciones interpersonales de los cónyuges, hijos, hermanos dándole un inmarcesible valor  de unidad, amor y solidaridad en la familia cristiana.
           
Partiendo de un principio de que la familia es escuela de amor auténtico, el hogar donde se demuestra ejemplarmente su ser de identidad cristiana, donde se demuestra con claridad cristalina la existencia de amor, paz, comprensión y solidaridad dando esencia de lo que es un matrimonio, comunidad de vida y amor establecido en la alianza de los esposos con consentimiento personal y en forma irrevocable.

Instalado el matrimonio, vienen los hijos y ahí viene esa responsabilidad de afecto y cariño,  convirtiendo a los padres en paradigma de ser primeros educadores de los hijos. En el concilio Vaticano II ya nos recalca. “Los padres puesto que han dado vida a sus hijos están gravemente obligados a la educación de su prole y por tanto, son los primeros en la educación de los hijos”

Una familia cristiana acoge el evangelio, madura en la fe, se hace comunidad evangelizadora y recordando a Juan Pablo II que nos dice: “La familia al igual que la iglesia debe ser un espacio donde el evangelio es trasmitido y desde allí deben irradiarse”. Una invitación para que los padres  formemos  a los hijos para la vida de acuerdo a una vocación cristiana abierta a los  valores que surgen de la enseñanza de Cristo y  que trasciendan en nuestro quehacer y vida cristiana.

Dentro de nuestro rol de paternidad responsable nuestro interés debe ser esa interrelación constante con los hijos  y ahí está el reto: el diálogo.

         Y ¿Cómo nace el diálogo diario? Lo más hermoso y fortalecedor. El primer diálogo de la mañana  es el hablar con Dios. Lo primero es decir gracias Dios Mío por darnos vida en este nuevo día de tu creación, hacer una oración y pedirle fortaleza  para ofrecer nuestro trabajo con amor, dignidad, y que nuestra palabra signifique un ramo de flores que estén llenos de amor, del compartir, haciendo agradable la presencia de nuestros hermanos en Cristo que se encuentran en nuestro entorno comunitario.
           
En toda circunstancia de nuestra existencia  de vida familiar y social, encontramos  que el diálogo  se convierte en un recurso estratégico de acercamiento con el prójimo que nos conducirá a la unidad, solidaridad y comprensión para encaminar nuestros ideales comunes humano cristianos. Es bueno recordar lo que la Biblia nos ofrece como una de sus enseñanzas para realizar una conversación que alimente la confianza dentro de la dignidad humana” La boca del hombre es como un manantial de vida, la de los malvados disimulan la violencia. El que frena los labios es prudente. Las conversaciones benévolas son como el panal de miel, agradables  al paladar, buenos para la salud”.

            En el mundo actual que vivimos es preocupante que por interferencias  de exigencias sociales y económicas, nos cohíben ese acercamiento continuo de la interrelación conyugal y de los hijos y más aún se profundiza esta preocupación con la influencia de medios masivos de información como la radio, televisión e internet  que enmudecen y aíslan  a los miembros de la familia. Esto no inhibe rescatar los valores que tienen los medios de comunicación que se convierten en agentes  vinculantes en el quehacer cultural e intelectual dentro de este mundo globalizante y de desarrollo científico de la humanidad. Pero sí también señalamos que muchas veces se van convirtiendo en instrumentos que van en desmerecimiento de los valores que deben conducir en pro de la vida y dignidad humana.

            A nivel de pareja vemos que el diálogo es la primera forma de comunicarse y compartir la vida conyugal con sus manifestaciones, aspiraciones, problemas y alegrías y ahora podemos preguntarnos: ¿Qué tiempo nos damos para estar solos y dialogar como pareja?, ¿Nos parece suficiente? ¿Qué temas priorizamos para el bienestar familiar?... No debemos de olvidar que dialogar es sobre todo escuchar y preguntar. Es la voluntad firme de compartir los deseos, las preocupaciones, las alegrías, conocer los estados de ánimo del prójimo. La actitud dialogante es abrirse a lo que el otro nos quiera decir y tratar de comprenderlo. Ahí radicará la esencia positiva del diálogo en pareja.

            Algo más trascendente, como padre veremos el diálogo con los hijos. Muchas veces nos gana el entorno social, los medios de comunicación especialmente la televisión e internet y ahora los sofisticados celulares que nos aíslan en ese mundo familiar que a diario vivimos.
            Ante esta realidad busquemos la forma de acercarnos y compartir algunos programas que nuestros hijos eligen y motivemos para que se realice un diálogo reflexivo y de comprensión con los hijos. En otros momentos buscar  el interés del hijo de dialogar con los padres y es aconsejable   dejar de lado aquella figura paterna de hacer un monólogo en su participación, un personaje que da normas  como una fuente de sabiduría, de experiencias centralizando su existencia como ejemplo del saber absoluto.  Debemos de recordar  que al tratar con los hijos el diálogo es conversar y escuchar al hijo con atención e interés que permita generar la confianza llegando a un trato amical. Al escucharlo con interés y comprenderlo es contentarlo, darle confianza e importancia como persona que también tiene necesidad de comunicar y ser escuchado y sobre todo trasciende el compartir de su forma de pensar y sentir. ¡Qué bien se siente uno, cuando se es escuchado.

            No olvidemos que los hijos no solo exigen enseñanzas, experiencias a través de  repetición de normas  o  discursos, sino que se manifiesten a  través de testimonios reales y que mejor demostrando con un vida ejemplar coherente con sus pensamientos e ideales. No podemos exigir respeto, unidad, comprensión, justicia y solidaridad si nuestro comportamiento es de soberbia, violencia, incomprensión. Seamos coherentes para que nuestra palabra esté acorde con la forma de actuar en  nuestra vida cotidiana en familia y con la comunidad.


            Como buenos miembros de la familia cristiana acojamos el evangelio como herramienta para estar más cerca de Dios, Leer la Biblia es mantener un constante diálogo con Dios. Hagamos madurar nuestra fe considerando que la familia como iglesia doméstica es el ámbito, el lugar donde los niños y jóvenes puedan recibir una auténtica catequesis con amor, sencillez y alegría promoviendo la dignidad de la persona y la necesidad de vivir en comunidad con Dios.
Darwin Venero E.
Presidente  MFC Cuzco


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